El lienzo transparente

Camino de la gran ciudad, encerrado en una lata con ruedas, sucias ventanas e incómodos asientos contemplo como se baten en duelo la monotonía y la amargura por dibujar y configurar los sombríos rostros de los viajeros.

Miradas perdidas se entrecruzan, se encuentran y se disuelven sin conciencia en un ambiente de depresión. Fuera la lluvia arremete contra las ventanas, los relámpagos atronan y los rayos destellan dejando ver un paisaje gris y fúnebre.
Dentro un paraguas de lunares negros gotea incesantemente, una silueta envejecida se ve enzarzada en una discusión telefónica por el menú de su hija, un pequeño siseo mana de los cascos de un joven con parpados caídos.

En medio de la vorágine sonora y el aire cargado y apático que se respira, se encuentran separados por el abismal pasillo que divide al cacharro rodante dos siluetas que se observan recíprocamente. El cristal esta empañado y les sirve como lienzo para trasmitir sus pensamientos en el salvaje mundo moderno.

Se miran y se ven a diferencia del resto de viajeros, se observan con detenimiento, sin prisa, al acecho el uno del otro.
"Tentación", dibuja en el cristal una de las siluetas.
Luego simplemente aguarda expectante una respuesta.

"Duda", responde la otra silueta plasmando las letras en el cristal.
Intrigante concepto como la misma palabra advierte, la duda es una realidad en forma liquida donde uno no se puede sostener y cae.

Ajenos a todo, incluso a la lasciva mirada de un hombre de frondoso bigote y cremallera bajada las dos siluetas se mantienen absortas en su peculiar dialogo.
De pronto un destello seguido de un sonoro estruendo alumbra el gesto de uno de los dialogantes dejando ver la lujuria más desenfrenada; Los labios bajo un intenso mordisco, la mano derecha perdida entre los pliegues de una falda azul celeste y la izquierda dando auxilio a un deseo incontrolable de establecer comunicación con el otro lado del pasillo.

"Deseo", escribe con dificultad, aquello que antes solo había sido una silueta.
Anhelando la atención del lado opuesto.

"Infinito", traza una mano masculina, de dedos largos desde el otro lado del abismo.
No espera respuesta ya que al pasar bajo un túnel en la más absoluta oscuridad la silueta se levanta y camina hasta la puerta coronada con un letrero que reza (Salida).

Tras el, una larga falda azul se arrastra por el pasillo, signo inequívoco de la unión entre las dos partes, perdiéndose en el mundo tras el letrero de salida y dejando solamente manuscritos sus pensamientos en el transparente lienzo.

De un Acuario con ascendente Géminis que no cree en el horóscopo.

D.v.